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jueves, 12 de enero de 2012

El Aguila y el Nopal




Hace mucho, mucho tiempo, el pueblo mexicano desolado y apesadumbrado  buscaba lugar para asentarse, formar una ciudad, y tener un sitio propio donde establecerse. Hasta ese momento habían vivido errantes por las tierras y luchaban contra otros pueblos que los expulsaban de sus territorios obligándolos a vagabundear.

Rogaban incesamente a Huitzilopochtli que les ayudara y dejar de esta manera de vivir sometidos a otros pueblos que los hacían trabajar y los enviaban a la guerra.

El dios les habló y les indicó que caminaran, y buscaran un lugar que el les indicaba: allí donde encontraran un águila devorando una serpiente allí establecieran su ciudad pues sería el lugar propicio para que los mexicas prosperaran, serían fuertes y como pueblo escogido vencerían a sus vecinos, los tepanecas, los culhuas, los xochimilcas; los dominarían y serían los aztecas los gobernantes de la tierra.

Estuvieron mucho tiempo buscando lo que les habían indicado, cansados enviaron unos hombres adelantándose para ver que descubrían.

Los hombres caminaron y pasando unas lomas vieron parada sobre un nopal a un águila grande devorando a una serpiente, allí vieron un lago y allí fundaron Tenochtitlan, su capital, una ciudad sobre un lago.

Como les había pronosticado el dios los mexicas (aztecas) fundaron su ciudad, se convirtieron en grandes guerreros, dominaron a sus vecinos y prosperaron grandemente.

16 comentarios:

  1. no hay algo mas completo?

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  2. como que falta mas informacion...

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  3. no es nada de lo que ustedes digieren le falta todo

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  4. Grasias Sirvio De Algo Un Poco De Info.

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  5. GRACIAS PACO :') NO ENCONTRABAMOS UNA LEYENDA NORMAL Y ENTENDIBLE. TODO ERA MU'LARGO. TKM (LLLLL).

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  6. q tiene de mlo los coentos son chdos

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  7. son pts los que ecbn eso

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  8. si no te gusta bete mucho a chingar tu fakin mother bich

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  9. Yo he intentado encontrar algo mas completo, pero por el momento no he conseguido nada.

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  10. no era el pueblo mexicano era mexica......XD.....

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  11. Cuaucóhuatl y Axolohua fieron pasando y miraron mil maravillas allí entre las cañas y las juncias.
    Ese había sido el mandato que les dio Huitzilopochtli a ellos que eran sus guardianes, eran sus padres los dichos.
    Lo que les dijo fue así: - “En donde se tienda la tierra entre cañas y entre juncias, allí se pondrá en pie, y reinará Huitzilopochtli.”
    Así por su propia boca les habló y esta orden les dio.
    Y ellos al momento vieron: sauces blancos, allí enhiestos; cañas blancas, juncias blancas, y aun las ranas blancas, peces blancos, culebras blancas: es lo que anda por las aguas.
    Y vieron después donde se parten las rocas sobrepuestas, una cueva: cuatro rocas la cerraban. Una al oriente se ve, nada de agua tiene, es sin agua que se agita.
    La segunda roca de la cueva ve al norte: se ve que está sobrepuesta, y de ella sale el agua que se llama agua azul, agua verdosa.
    Cuando esto vieron los viejos se pusieron a llorar.
    Y decían: - ¿Con que aquí ha de ser?
    Es que estaban viendo lo que les había dicho, lo que les había ordenado Huitzilopochtli.
    Es que él les había dicho:
    -“Habéis de ver maravillas muchas entre cañas y entre juncias.”
    ¡Ahora las estamos mirando – decían ellos –, y quedamos admirados!
    ¡Cuán verdadero fue el dicho, bien se realizó su orden!
    Van a buscar a los mexicanos y les dicen:
    - “Mexicanos, vamos, vamos a admirar lo que hemos contemplado. Digamos al
    Sacerdote: él dirá qué debemos hacer.”
    Fueron a Temazcatitlan y allí se detuvieron. Por la noche vinieron a ver, vieron a mostrarse unos a otros y era el sacerdote Cuauhtlaquezqui, que es el mismo Huitzilopochtli.
    Dijo él: - Cuaucóhuatl, ¿habéis visto allí todo lo que hay entre cañas y juncias? ¡Aún resta ver otra cosa!
    No la habeís visto todavía.
    Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas, y con eso quedará contento vuestro corazón: ¡allí está el corazón de Copil que tú fuiste a arrojar allá donde el agua hace giros y más giros! Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncias, ¡del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje! ¡Y allí estaremos y allí reinaremos: allí esperaremos y daremos encuentro a toda clase de gentes!
    - Nuestro pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas, nuestros escudos, allí les haremos ver: a todos los que nos rodean allí los conquistaremos! Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan! El sitio donde el águila grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México Tenochtitlan, y muchas cosas han de suceder!”
    - Dijo entonces Cuauhcóatl: - ¡Muy bien está mi señor sacerdote:
    ¡Lo concedió tu corazón: vamos a a hacer que lo oigan mis padres los ancianos todos juntos!
    Y luego hizo reunir a los ancianos todos Cuauhcótal y les dio a conocer las palabras de Huitzilopochtli.
    Las oyeron los mexicanos. Y de nuevo van allá entre cañas y entre juncias, a la orilla de la cueva.
    Llegaron al sitio donde se levanta el nopal salvaje allí al borde de la cueva, y vieron tranquila parada el Águila en el nopal salvaje: allí come, allí devora y echa a la cueva los restos de lo que come.
    Y cuando el Águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente.
    Y el Águila veía desde lejos.
    Su nido y su asiento era él de cuantas finas plumas hay: plumas de azulejos, plumas de aves rojas y plumas de quetzal.
    Y vieron también allí cabezas de aves preciosas y patas de aves y huesos de aves finas tendidos en la tierra.
    Les habló el dios y así les dijo:
    - Ah, mexicanos: aquí sí será! ¡México es aquí! Y aunque no veían quién les hablaba, se pusieron a llorar y decían: - ¡Felices nosotros, dichosos al fin: hemos visto ya dónde ha de ser nuestra ciudad! ¡Vamos y vengamos a reposar aquí!




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