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martes, 8 de marzo de 2011

DICIEMBRE 2010


                                       
EL RATÓN COME HIERRO
Un hombre que habiendo sido rico, se volvió pobre y lleno de deudas; triste y desolado pensó que la mejor manera de volver a hacer fortuna era irse a trabajar a una gran ciudad y buscar la riqueza nuevamente.
Lo único que le había quedado era un arcón de hierro, recuerdo de familia, que generación tras generación fue heredando.
Cuando ya se marchaba para la ciudad, cargado de deudas, de pesares y con el arcón de hierro, se encontró con un vecino suyo.
El vecino, que era un pícaro, sabiendo que se marchaba de la ciudad, le preguntó si quería dejar el arcón en su casa, para que no fuera con semejante peso por esos mundos.
El hombre aceptó gustoso (el arcón pesaba como una vaca en brazos). 
Se fue del pueblo y pasaron varios años.
Con gran esfuerzo y trabajando mucho se volvió rico nuevamente, entonces se recordó del pueblo y decidió regresar para vivir otra vez en el lugar que lo vio nacer
Se instaló en una gran casa y puso una tienda en la calle principal
Al pasar los meses se encontró con aquel vecino al que le había dejado el arcón. 
El comerciante lo saludó contento de verlo, charlaron un buen rato y recordó el arcón de su familia y se lo pidió
¡Cómo no!, ven a cenar a mi casa  esta misma noche, -le dijo como respuesta- y regresó  a su casa asustado y preocupado porque había vendido el arcón hacía mucho tiempo. 
Pensando y pensando se le ocurrió  una gran chanza
Cuando el comerciante llegó, cenaron abundantemente y reposaron tranquilos; llegando la hora de irse y al pedir su arcón, el vecino  triste y lloroso le dijo: sabes querido amigo, había metido tu baúl en un cuarto atrás de la casa y cuando me lo pediste esta mañana fui a buscarlo y no estaba, me puse furioso, discutí con mi esposa, volvimos la casa patas arriba y el arcón no apareció por ninguna parte.  Luego me di cuenta  que tenemos un ratón que come hierro y al parecer se lo ha comido y  no solo tu baúl, sino unas ollas viejas que teníamos recuerdo de la abuela, y unas sillas de jardín que desaparecieron hace tiempo-  y dicho esto se puso a llorar amargamente (fingiendo claro, eran lágrimas de cocodrilo, que no son de verdad)
No te preocupes -le dijo el comerciante-, son cosas que pasan, lo lamento porque era un recuerdo familiar pero no te preocupes, por cierto te he traído un regalo pero pesa mucho ¿podrías enviar a tu hijo mañana a buscarlo?
El vecino, (ya habíamos dicho que era un pícaro) pensando en lo rico que se había vuelto el comerciante, mandó en la mañana temprano a su hijo a buscar el famoso regalo
Cuando el comerciante  vio llegar al hijo del vecino lo encerró en una jaula que tenía en el sótano.
El vecino viendo pasar las horas fue a buscar a su hijo
Llegó a casa del comerciante y le preguntó: ¿es qué mi hijo no ha venido a buscar el regalo que me has traído?
El comerciante se echo a llorar, (también con lágrimas de cocodrilo) -lo siento amigo mío-, ha venido un halcón y se ha llevado a tu hijo
¡Qué dices mentiroso¡, ¿cómo un halcón puede con el peso de un chico de 15 años?
Te digo que es verdad
Sinvergüenza,
Mal amigo
Chupatintas
¿Qué has hecho con mi hijo?
¿Dónde metiste mi arcón roba peras?
Y allí mismo se pusieron a discutir y a pelearse
Al final decidieron ir ante un juez
Cuando el vecino acusó al comerciante, el juez sentenció (porque los jueces no dicen, sentencian)
¡Es usted un mentiroso!, - dijo mirándole a los ojos - ¿cómo vamos a creernos que un halcón se ha podido llevar a un chico de 15 años?, ¡es imposible, usted está mintiendo!
OH, no señor juez, eso es tan imposible como que un ratón coma hierro
¿Qué? -preguntó el juez asombrado- (los jueces  preguntan, porque hay cosas que no entienden)
El comerciante comentó todo lo que le había ocurrido y el juez asombrado de lo que escuchaba le dio la razón, hizo que el vecino pagara por el baúl y el comerciante le regresó a su hijo sano y salvo.

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